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miércoles, 31 de agosto de 2016

La Transformación Estructural ante la Globalización: Implicancia para los Negocios Internacionales

El pasado viernes (26/08/16), el economista de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, brindó una conferencia en el Hotel Intercontinental de Managua. Allí, el doctor Rodrik específicamente brindó sus recomendaciones para que Nicaragua pudiera insertarse de manera más exitosa a la economía internacional.

Para Rodrik la respuesta es sencilla: si Nicaragua desea beneficiarse de las oportunidades que ofrece la globalización, el país debe transformar ‘estructuralmente’ su economía. El autor de “La Paradoja de la Globalización” (2011), opina que el principal reto para la economía nicaragüense es impulsar la ‘productividad total de los factores de producción’, también llamada ‘productividad multifactorial’ (TFP por sus siglas en inglés ´total factor productivity´).

Básicamente, la TFP se define como la eficiencia con la cual una unidad económica transforma los ‘inputs’ (trabajo y capital) en ‘outputs’ (producto o servicio). Este indicador de productividad, argumenta Rodrik, constituye una herramienta con implicaciones importante para la toma de decisiones -tanto  a nivel (inter)gubernamental (políticas macroeconómicas) como a nivel empresarial (decisiones estratégicas)- sobre el diseño e implementación de políticas que permitan aumentar la productividad y, eventualmente, generar crecimiento económico.

Ahora, cualquier intento por impulsar políticas y estrategias para el aumento de la TFP en Nicaragua pasa, necesariamente, por la reestructuración del sector de los negocios internacionales. Una breve mirada a los indicadores macroeconómicos nacionales nos indica claramente que el sector externo tiene un peso fundamental en la economía nicaragüense. El crecimiento porcentual del PIB en los últimos años se ha visto apuntalado, especialmente, por el crecimiento de los sectores de producción agropecuaria, el sector comercial (incluyendo el turismo) y, aunque en menor medida, la manufactura: tres sectores en los cuales los negocios internacionales (sobre todo la inversión extranjera y las exportaciones/importaciones) son cruciales.
Autor Miguel Gomez
Coordinador de Posgrado e Investigación
Facultad de Diplomacia, UAM

El profesor Rodrik explicaba en su conferencia que las políticas y estrategias para fomentar el aumento de la productividad son muy diferentes en los países pobres y en vías de desarrollo (como el  nuestro) que en los países ricos y altamente industrializados (como Estados Unidos y Europa) En estos últimos, el aumento de la productividad se basa, fundamentalmente, en dos pilares: la innovación y la investigación y desarrollo (I+D).

En los mercados altamente especializados y competitivos de los países ricos, el aumento de la productividad va de la mano, sobretodo, con la innovación en el desarrollo tecnológico de punta. Para impulsar el aumento de la productividad, las empresas y las agencias especializadas de los países ricos, deben invertir millones de dólares en I+D para mantenerse a la vanguardia de sus industrias. Cabe destacar que los resultados de tales inversiones no son tangibles inmediatamente, llegando a materializarse estos, la mayoría de las veces, muchos años en el futuro.

Un país pobre y en vías de desarrollo (incluyendo las principales industrias que sustentan su economía), en cambio, no debe preocuparse –por así decirlo- por estar en la cúspide de la innovación tecnológica y de marcar tendencias de cara al futuro. Por el contrario (y para nuestra fortuna, según Rodrik) la clave para empujar la competitividad de nuestras economías bastaría –ya no con innovar- sino con simplemente implementar tecnologías y procesos ya existentes y que ya han sido desarrolladas, (com)probadas y verificadas en otros países.
"Para Rodrik, no se trata entonces de producir un milagro económico. Se trata, sencillamente, de hacer uso de recursos que son comunes y corrientes en otras partes del mundo. La adopción de tecnologías sencillas y mejoramiento de algunos procesos administrativos, argumenta Rodrik, bastaría para aumentar la TFP de manera exponencial lo cual, a su vez, tendría un impacto importante sobre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza."
El doctor Rodrik lo hace sonar muy fácil. Pero para ejemplificar lo realmente complejo que dicha transformación estructural ha resultado para Nicaragua, podemos analizar con más detalle uno de los principales indicadores de la salud de nuestros negocios internacionales: las exportaciones. Esto fue exactamente lo que hizo el director del FUNIDES, Juan Sebastián Chamorro, al finalizar la ponencia de Rodrik.

Nicaragua, nos recordaba Chamorro, tradicionalmente ha sido un país con una vocación exportadora extraordinaria. Pero si analizamos más de cerca la historia de las exportaciones nacionales nos encontramos con un síntoma persistente y preocupante: como señalaba el director del FUNIDES “en 1874 [hace casi 150 años], el 70% las exportaciones nicaragüenses se concentraban en cinco productos: añil, hule, oro, café y madera. 100 años después la situación no cambió mucho, ya que en 1977 el 68% de los productos que se exportaban eran café (31%), algodón (24%), carne (6%), azúcar (4%) y mariscos (4%). Y para el 2015 el esquema persiste con cinco productos como protagonistas: carne, café, oro, azúcar y lácteos”.
"Salvo algunos productos que han desaparecido por completo de los anaqueles de exportación (como el hule y el algodón), los patrones de producción y exportación de Nicaragua, hoy en día, siguen siendo básicamente los mismos que hace 150 años. Y las técnicas y procesos de producción tampoco han variado mucho en este tiempo. En general nuestros principales productos de exportación siguen la misma lógica: son productos primarios (agropecuarios y mineros), con poco o ningún valor agregado y en los cuales se utiliza mano de obra intensiva y poca tecnificación."
Al fin y al cabo, Dani Rodrik no vino a decir nada que los nicaragüenses ya no supieran. Ya los nicaragüenses han escuchado hasta el cansancio que necesitan fortalecer las cadenas de valor, que necesitan darle valor agregado a las exportaciones y que necesitan mejorar procesos y técnicas. Sin embargo, 150 años más tarde y teniendo bien claras las necesidades, no se ha podido–aparentemente- hacer nada al respecto. Se podría argumentar que no podemos obviar otros factores que son fundamentales para el aumento de la productividad: como el nivel educativo de la población, el acceso a crédito internacional y las exigencias de los mercados internacionales (que demandan materias primas a bajos costos).

El profesor Rodrik no olvidó mencionarlas. Específicamente dijo que ningún país en el mundo ha alcanzado un desarrollo económico sostenible en base a ninguno de estos tres factores: a) boom de materias primas (un mercado internacional favorable); b) inversión pública (educación, cultura y deportes); c) endeudamiento externo (acceso a crédito). No se trata de que estos factores no sean importantes, nos dice Rodrik. Por supuesto que invertir en la educación de la población es una necesidad imperiosa, especialmente en países como el nuestro. Obviamente que un mercado externo favorable aporta divisas importantes para el crecimiento económico. Y claro que el acceso a créditos es fundamental para el desarrollo técnico. Sin embargo, las inversiones públicas en educación, por ejemplo, con mucha suerte mostrarán resultados (como a las empresas que invierten en I+D) al cabo de varios años (o varias generaciones). Y el comportamiento del sistema crediticio y los mercados internacionales son impredecibles.

El profesor Rodrik argumentaba, no obstante, que no hay que auto-engañarse: para impulsar la TFP no hace falta invertir millones en I+D; no hace falta esperar a que la inversión en educación rinda frutos en la próxima generación; ni hace falta esperar que las condiciones del mercado internacional sean las perfectas. Los países necesitan adoptar estrategias para garantizar empleo y una vida digna a las personas que están aquí y ahora, desempleadas, mal pagadas y sumidas en la informalidad, la pobreza y la miseria. 
"Por lo tanto, nos decía Rodrik, el verdadero reto y la responsabilidad clave está en incidir –urgentemente- a que las industrias nacionales y el gobierno nacional apoyen, a través de políticas estratégicas, la transformación estructural de los sectores que, como en el caso de los negocios internacionales, siguen operando bajo la misma lógica que hace 150 años."